martes, 4 de enero de 2011

El amor es cosa de mucho susto

Dice Viki Frias sobre el texto Fijaos en lo grandes que tiene las manos:

Sí, parece mentira que tengamos tantas cosas dentro y que tan solo con tirar de un hilo puedan salir formas y colores tan diversos. ¿Cómo se metería todo eso allí? ¿De qué forma se convirtió el cuerpo en la cueva de Alí Babá? Las manos, especialmente, cuando se zambullen en un cuerpo suelen emerger llenas de tesoros.

Lo primero de todo es admitir que el citado texto fue escrito con el patrocinio de la Unión de Cosecheros de la Rioja Alta. Y ya sabe: en estado de ebriedad, uno ve muy grandes aquellas manos que nos acunaban de chico.

Lo segundo es reconocer que Viki acierta al preguntar: ¿De qué forma se convirtió el cuerpo en un bazar de Estambul?

Con la edad, o con las deficiencias neurológicas que ella implica,  pensamos que, tal vez, la angustia sea eso. Tal vez la angustia sea sentir que ya no nos cabe dentro lo que tenemos, que somos demasiado pequeños para las cosas que nos fueron dadas.  (No nos caben dentro, y el cuerpo llega a dolerse en todas sus costuras).

¿Qué va a ser de todo ello? Qué será de todo lo sentido, lo leído, lo soñado, lo acariciado, lo esperado? ¿Se fundirá con nuestra dentadura postiza en el horno del crematorio? No me jodan que  se esparcirá  en el humo de una chimenea aquella primera vez que gocé de mi mujer desnuda entre los brazos? (Estaba guapísima, dicho sea de paso). Pues así va a ser, de modo que más nos vale guardar en la memoria una leña que arda bien, una leña buena.

Por su parte, alguien que firma M.R. (¿Mariano Rajoy?) dijo

Loro (falso): cada día me gustan más las cosas que escribes. No lo tomes a mal pero me gustaría sentir como acaricias el cuerpo de las mujeres. MR

¿Cómo acaricio el cuerpo de las mujeres? Pues... asustado, muerto de miedo.
Siempre admiré  a esos hombres poderosos y viriles, que sabe cómo se besa a una mujer. Son fantásticos.  Jamás descomponen la figura. Conocen el secreto de todos los cuerpos y descifran el  enigma de cualquier deseo. Lo sé por las películas, por las novelas, y por lo que me cuentan los amigos. No es mi caso, desdichadamente. Lo mío es el susto. Cuanto más me gusta una mujer, más susto tengo. (Y lo paradójico es que no me disgusta estar muerto de miedo).

---------------------  TEXTO FINAL PARA UNA GATA -------------------------


¿Sabéis lo complejo que resulta escribir un texto con una gata paseándose sobre el teclado del ordenador? Pues así escribo estos días.

Generalmente, cuando me acuesto tarde, como hoy, me acompaña, paciente y dulce, mi perra Nana. Pero estas Navidades hemos acogido, temporalmente,  a la gata "MB", que un amigo nos ha dejado en casa hasta su regreso de vacaciones. "MB" es una gata joven y guapa, con los ojos más bonitos que os podáis imaginar. Está llena de llena de energía. Salta, corre, persigue a nuestros perros por toda la casa, juega con cualquier cosa que pille (ayer le quitamos la caja de los antidepresivos)

Desde hace cinco días, sólo cinco días, la gata ha comenzado a seguirme  por la casa. Se tumba encima de la mesa del ordenador, pasea sobre el teclado y se sienta delante de la pantalla. La perra Nana, que es una bendita, le da docenas de lengüetazos. Ayer, después de trabajar hasta tarde, la gata se acostó a mi lado. Buscó el hueco entre mi cuello y mi hombro, y allí se durmió después de ronronear mucho rato.

Su dueño llama todos los días para preguntar por la gata y yo le digo: "Creo que te echa menos".

Lo dicho: el amor es cosa de mucho susto.

El Loro (falso) de Flaubert

3 comentarios:

  1. Y pensar que la probabilidad de que una gata paseándose por un teclado escriba un poema de amor no es nula, sino que es del mismo orden que la probabilidad de ser amados por la persona que amamos…

    ResponderEliminar
  2. La primera idea me gusta: la probabilidad de que una gata, paseándose por un teclado escriba un poema de amor no es nula. (Me gusta, además, el juego sintáctico)

    Pero no me parece del mismo orden que la probabilidad de ser amados por la persona que amamos.(Lo digo dejando de lado a Lacan y compañía) No. Creo que no. Espero que no.
    S.

    ResponderEliminar
  3. Bueno, creo que me sentía lacaniana ese día, admito que uno/una se puede dejar llevar de la ilusión, es más rentable.
    Busco una entrada "Sin título", que ha resultado "Sin entrada".
    Feliz año, aunque un poco tarde.

    ResponderEliminar