domingo, 20 de febrero de 2011

SI te sientes un estorbo, es que estás acabado

Me parece que la  vida de este blog se va apagando. Al principio,  apenas tenía una docena de lectores. Hoy ya  han sido trescientos los visitantes de la última entrada.Demasiada gente. Yo tengo muy pocos amigos. Y estos textos eran para ellos. Con todos mis respetos, los demás lectores me sobran.

Sospecho que, en muchos casos, uno escribe en un blog como un exorcismo contra el abandono y contra las  tristezas que nos separan de otras personas.

Escribimos -digo yo-  porque  de la mañana a la noche, nos van cercando los enfados, las malicias, las mezquindades: las propias y las ajenas. Y, poco a poco, se llega una edad en la que esas malicias nos producen un profunda sensación de abatimiento, tan profunda que preferimos cambiar de tren antes que seguir con los mismos compañeros de viaje.



¿Por qué este abatimiento? Tal vez sea porque lo difícil no es ceder, sino enfrentar al miedo.  A fuerza de temer la muerte, vivimos como muertos. A fuerza de temer la soledad, vivimos con si estuviéramos solos. Y a fuerza de temer a la amistad, vivimos como si no tuviéramos amigos.

Yo, por ejemplo,  temo a muchas personas por ser lo que son: blancas, españolas, adineradas, poderosas, influyentes. Las he visto dar patadas a los perros, y estacazos a los moros, y empujones a los viejos.

Me dan miedo, también, las personas que rechazan una caricia. Cuando alguien te rechaza una caricia, un beso,  un mimo, sientes en la boca como un sabor a ceniza que tarda mucho en desaparecer.

Vivimos temerosos, como puede verse. Y reaccionamos ante a esos temores con gran vehemencia. Es la "irreprimible irritabilidad" de la que hablaba Thomas Mann. La irritabilidad nos va convirtiendo en un estorbo, y, como decía mi padre, sentirse un estorbo es estar acabado.

Sulle

7 comentarios:

  1. Sentiría que este loro que es único volviera a ser disecado, ya que no me gustan los nidos colectivos de loros.
    Estoy muy de acuerdo con las frases:
    “A fuerza de temer la muerte, vivimos como muertos. A fuerza de temer la soledad, vivimos con si estuviéramos solos. Y a fuerza de temer a la amistad, vivimos como si no tuviéramos amigos”.
    Porque me parece que son muy reales, y añado:
    A fuerza de temer a los lectores, podemos llegar a escribir para los cerdos.

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  2. Es todo un elogio que prefieras la continuidad del blog. No pensaba en cerrarlo, sino abrir otro en cualquier sitio y decírselo a una docena de amigos (¿Serán tantos?)

    Cuando tengo tiempo -y ahora me sobra- tiendo a sentarme un rato frente al ordenador por la noche y contar cosas. Batallitas de viejo, supongo.

    Tuve un gran amigo, fallecido hace muy poco, que, como yo, llevaba toda la vida escribiendo en uno o en otro periódico. Los últimos tenía una columna diaria en un periódico nacional. Pues bien, cuando lo "prejubilaron", ḿe confesó que seguía escribiendo "su" columna todos los días. Creo que su blog aún anda por el ciberespacio, como un pájaro muerto dentro de una jaula.

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  3. Feliz cumpleaños, Sulle, y enhorabuena por esos hermanos, que son el mayor bien que se puede tener.

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  4. Mil gracias, Viky. La verdad es tengo unos hermanos muy especiales, como consecuencia, seguramente de un padre excepcional.

    Sólo una matización a tu comentario. Los buenos hermanos son el mayor y más largo bien que se puede. En mi caso, sin duda alguna, el mayor bien, con abrumadora diferencia, es mi mujer y los dos "chavales" (37 y 35 años). Un abrazo.
    S.

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  5. Como yo no tengo chavales, desconozco ese gozo, pero te envío más enhorabuenas por el resto de tu familia que tantas gratificaciones te da.

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  6. En otras cosas de la vida no he tenido gran fortuna, o me ha faltado la voluntad y el talento para conseguir lo que buscaba.

    Pero lo de la pareja y los chavales me vino casi "dado". Hemos sido, creo, unos padres horribles: nunca les hemos educado, y, seguramente, nuestro ejemplo ha sido penoso. Sin embargo, los hijos han resultado ser gente muy dulce y divertida.

    Me he gastado un dineral en los divanes, así que no tengo inconveniente alguno en reconocer que mi hija me tiene seducido hasta el borde el incesto. (Tal vez me guste tanto porque es igual que su madre).

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  7. Eso sí que es un auténtico "dos por una".

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