viernes, 25 de febrero de 2011

Adiós


En los tanatorios de Madrid, la empresa funeraria municipal reparte ejemplares gratuitos de una revista llamada Adiós. El nombre no es un alarde de creatividad. Menos mal que los responsables de la publicación no la han llamado Ahí te pudras, o ¿Tiene usted fuego?


Está bien que los muertos tengan su propia revista. Así, pueden distraerse en las tediosas horas del velatorio. Sin embargo, como les cierran los ojos, nunca se ha visto a un finado leyendo la revista. Los familiares, en cambio, suelen echarle una ojeada, y se enteran de lo último en tanatología.

Hace ya tiempo que a los tanatorios colocan a los muertos tras un cristal, como a los recién nacidos.

No es consolador saber mucho sobre cadáveres. Por ejemplo,  no es bueno saber que los muertos lloran como niños. Si acercáis el oído a un ataúd a los tres o cuatro días, escucharéis el llanto de un bebé. Son los gases que escapan del muerto. Uno puede conocer el fundamento biológico, pero da igual: parece como si el muerto, al fin solo, llorara por si mismo; y lo hiciera como un niño.

S.

4 comentarios:

  1. ¿Tú sabes lo que has escrito?
    Es horroroso. Horroroso. ¿Es para torturarte a ti o a los que te leen, o a todos?

    Me interesa mucho lo que escribes, pero esto me ha dejado descolocada y jodida. ¿Me estás diciendo que una vez enterrados mis padres lloraban como niños?

    Lo siento.

    Paula

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  2. No he entendido yo que lloremos como niños una vez muertos, sino que desde el exterior se oyen ruidos como si llorásemos… No es lo mismo. La muerte no es un misterio para los muertos, sino para los vivos.
    Y qué próximos están la muerte y el nacimiento: cambio de mundo en ambos casos, venimos con billete de ida y vuelta.

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  3. No se altere, Paula. Lo que dice Viky me parece de una claridad total. La muerte sólo existe en el imaginario de los vivos. Lo que pasa, en mi opinión, es que muchos asuntos relacionados con la muerte nos alteran a los vivos. Y, a veces, incluso, parece como si tuvieran un sentido simbólico que nos duele, o nos aterra, o nos da pena. No sé. Somos raros. Los vivos, quiero decir.

    Sulle
    Abrazos, vivos.

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  4. A mi en cambio, me ha dejado alucinada lo de la revista. Me imagino a un joven licenciado en periodismo que acabada la carrera sea becario en la revista "Adios"; o el fotógrafo, ¿de qué llevará imágenes esa publicación?. ¿Y tendrá un apartado de cartas y quejas? Me deprime mucho la deshumanización de la muerte. Ya todo o es un acontecimiento social, o nada existe.
    Besos silvestres

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