viernes, 11 de febrero de 2011

No metas la mano en mis sagradas entrañas

Para R.A.C, que ya es, por fin,
un barco perdido (El Espejo del mar, Conrad)
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Respeta a otros por sus palabras dichas,
a mi por mi silencio, que habla en actos.
(Shakespeare, no me acuerdo del número del soneto)


La analista se revuelve incómoda en su sillón. Cambia de bolígrafo y empuja un poco hacia a derecha la mesa auxiliar.

__ ¿Por qué elige usted la palabra extirpar? -pregunta- ¿Por qué me dice que fue usted extirpado de una relación o de un trabajo?

Está cansada. Soy el último paciente, y creo que no le gusta escuchar palabra propias de un quirófano -metal y cuerpo abierto- en el aséptico despacho de los fantasmas y las hipótesis.

__¿No sería más propio hablar de exclusión, de expulsión? ¿No podría usted decir "me echaron de aquel trabajo", me "abandonó aquella amante"?



No. Le digo que la extirpación significa arrancar algo de cuajo, hasta la raíz. Lo excluido, lo expulsado, lo abandonado, puede regresar al recinto de la exclusión. Lo extirpado, no. Lo extirpado es malo en sí mismo, y debe ser arrancado sin dejar rastro alguno. Es decir: consiste en sacar la raíz.

__¿Hoy se siente así?

__ No; además no me parece un sentimiento. Se trata de que las cosas, a veces, son así. Nos extirpan, y punto. Es cosa de familia, ¿sabe?

La analista se sobresalta, deja de tomar notas y me mira con aprensión:

__¿De familia?

__ Sí, a un hermano mío le pasa igual. Me lo dijo un día que estábamos un poco borrachitos en un restaurante de lujo, porque invitaba él. Hablamos de todo. De la familia, de la infancia,de lo ganado y lo perdido. "No te engañes- me dijo-. A todo el mundo le perdonan sus pecados menos a a ti y a mí. Nuestros pecados son imperdonables.

Siempre ha sido así. En el colegio, en la universidad, en el partido, en los trabajos, en la vida social, en la amistad. Él y yo éramos lo mejor de lo mejor. ¿Inteligentes? Los más inteligentes. ¿Sensibles? Los más sensibles. ¿Divertidos? Los más divertidos. Hasta el día en que cometíamos el pecado. El pecado de decir justamente aquello que una autoridad, pequeña o grande, no estaba dispuesto a escuchar.

¡La obscenidad! Eso es lo imperdonable: el escándalo de señalar lo oculto, de ponerle nombre.

__¿Entonces les extirpaban?

__ Sí, nos extirpaban. Cómo a un tumor.

¡Cuántas barbaridades hemos visto! ¡Cuánto canalla! ¡Cuánta vileza! No importa. Todo se perdona con prontitud, todo menos esa frase, esa  mirada, ese gesto intolerable.

Lo dice muy bien Henry Miller en Trópico de Capricornio: "Nadie quiere amor auténtico, odio auténtico. Nadie quiere que metas la mano en sus sagradas entrañas: eso es algo que sólo debe hacer el sacerdote en la hora del sacrificio".
__
Dígame: ¿cómo se las arregla para seguir en tantos sitios?


__ No sé. Procuro no meterme donde se ejerce el sacerdocio.
La psicoanalista hace un gesto como si fuera a decir algo importante, pero se lo piensa mejor, se levanta y dice:

__ Le espero la semana que viene.

Y, en umbral de la puerta, añade:

__Yo no le voy a extirpar.  

S.

4 comentarios:

  1. El secreto es pagar para que no te extirpen. Compras la pertenencia a alguien y quedas unido de por vida. Si no tienes dinero, ya puedes irte al infierno, ese es el pecado, esa es la obscenidad.

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  2. Me parece fatal que me digas que ignoro tu blog. Pero fatal, fatal, lo leo a pies juntillas, bueno, excepto esta semana.. que para mi ha sido imposible. Vale, te comentaré más. A mi me han extirpado, pero también me he extirpado a mi misma. En esto soy una gran maestra, me extirpo todo tipo de cosas....en fin...

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  3. Es gran asunto para hablar: comprar la pertenencia a alguien. También me parece indiscutible que la falta de dinero es el pecado, la obscenidad

    Sin embargo, he conocido gente que puede comprar cualquier cosa... y, aun así, fueron exclaustrados, incluso extirpados.

    Tengo alguna teoría sobre el asunto. Pero es un peñazo.

    Besos

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  4. Doña Silvestre de mis amados refajos: No creo que me leas, y ello me mortifica atrozmente mi vanidad. Pero ya sabes lo pesado que puedo ser, y alguna tarde de sobremesa te atraparé y hablaremos, y hablaremos, y hablaremos, de tantas extirpaciones.
    Besos de todos para todos. Y un guau.

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