"Tú eres de casa". Eso decían en mi aldea cuando querían hacerte un gran cumplido.
Llamaba a la puerta una vecina. Y estaban mis tías afanándose en algún trabajo de la casa
__ Pasa, mujer, que estamos terminando de arreglar la cocina.
__ Déjalo, Puriña, ya volveré más tarde, que ahora estáis ocupadas.
__ No, mujer, entra, que tú eres de casa.
Me parecía a mi que "ser de casa" era más importante que ser de la familia, porque para los que son de casa no hay secretos ni "pan partido". Puertas abiertas y pan para todos.
Se lo dijeron a mi mujer hace ya cuarenta años:
__ Tía, ¿puedo coger una manta del armario?
__ Pero, ¡qué pregunta!, ¡tú eres de casa!
Con eso estaba dicho todo.
Es verdad que, algunas veces, sólo se decía por hacer un cumplido, por quedar bien. Pero a mí se me quedó grabado desde niño aquella forma de pensar las cosas. Tal vez por eso, llega un sábado caluroso de agosto, llaman a la puerta amigos muy queridos y uno piensa: "Son gente de casa".
S.
Fácilmente nos acostumbramos a los amigos que acuden una y otra vez a nuestras estancias, reales o virtuales. También en el blog hay amigos que son de casa.
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