viernes, 30 de septiembre de 2011

Anónimo de Espronceda

Nos hemos encontrado en nuestra común memoria del barrio. No sé quién es. Pero sé que que su tía y su abuela tuvieron tienda en la calle de Espronceda. Y sé, también, que anda escribiendo sobre su vida en nuestro barrio. ¡Cuánto daría por leer sus textos, o por escuchar sus recuerdos!

¡Cómo nos atrapan nuestras calles de infancia!

Anoche, de la mano de una dulce amiga, anduve tomando cervezas por el barrio: Ponzano, Maudes, María de Guzmán. Terminé malamente, de madrugada, bebiendo tequila en un bar desierto de la calle de Alonso Cano. Es curioso, nunca vuelvo a mi barrio en verano, Lo hago en otoño, en invierno. Cuando hace frío, me voy una y otra vez a pasear por las calles donde aún me parece ver a todos los que pusieron rostro a mi niñez.

Supongo que es una pasión enfermiza. Pero es la mía. Y no estoy solo. Hay alguien que también escribe. Alguien que tuvo casa y tienda en la calle de Espronceda.

El Loro (falso) de Flaubert

4 comentarios:

  1. Te encontre Loro falso sin buscarte, intentando localizar en internet alguna vieja fotografía de la antigua fábrica de gaseosas La Revoltosa que por entonces se ubicaba en Ponzano 53.
    Que paradójico, lo mas moderno para lo mas antiguo.
    Quería que fuera el tema de mi próximo cuadro en esta obsesión mia en la que últimamente me encuentro sumergida, por los recuerdos de mi niñez tan unidos a los de mi querido barrio.
    Es como atreverme a jugar a ser Dios con menor o mayor fortuna, y devolverlos a la vida a través de un cuadro solo con abrir los ojos sin tenerlos que buscar en la memoria.
    Todavía estoy atrapada y solo puedo pintar lo que mis ojos me dejan ver. No he dado el salto a pintar lo que te trae la imaginación y quiero pintar mis recuerdos como ahora los estoy escribiendo.

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  2. Yo no recuerdo esa fábrica en la calle Ponzano. Si recuerdo, y muy bien, una fábrica de La Revoltosa que estaba -creo- en la calle Artistas. (Me mordió el perro de la fábrica). Voy a preguntar a mis hermanos mayores.

    Veré de escribir algo sobre lo que tú escribes. Y publicaré uno de mis cuadros favoritos sobre el barrio.

    Yo ando buscando como loco una foto de la fachada de la Churrería de Eusebio de Andrés, en María de Guzmán 24, y alguna del interior de la estación de autobuses de la Continental Auto en la calle Alenza.

    Un abrazo, vecina.

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  3. Intentaré ayudar en lo de la foto de la Continental. No prometo nada porque es difícil.
    Creo que no me ha traicionado la memoria pero todo es posible. Recuerdo la fábrica de la que salían los carros de mulas que llamaban mucho mi curiosidad infantil, y a mi abuela o a mi pobre tía corriendo detrás de mi para que no me arrollaran.
    Yo era una niña de la calle por las circunstancias de tener la tienda y era muy feliz. La calle era para mi la prolongación de mi casa.
    Siempre he sido muy "animalera" y también me entusiasmaba ver en las mañanas de verano el paso del botijero con el burrillo cargado de botijos, que al son de la cancioncilla de su amo llamando la atención de los vecinos, recorrian todas las calles.
    El grabado de Reina Victoria me gusta. Me trae el recuerdo del alquiler de bicicletas un poco mas abajo y en la otra acera y del martirio que con gusto sufría para hacerlas rodar mas de 100 m. sin que fallara algún mecanismo.

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  4. ¡El alquiler de bicicletas de Reina Victoria! ¡Un sueño! No teníamos un duro, y siempre estuvo en el aire la promesa de que algún día nos alquilarían una.

    Hablé con mi hermano mayor sobre La Revoltosa. Ya imaginaba lo que iba a decirme: "Más allá de Ríos Rosas sólo estaba el resto del mundo". Eso sí, nos acordamos perfectamente de la vaquería y su poderoso olor, que inundaba toda la calle. Y, ¡cómo no! del cine Espronceda (un lujazo, me parecía a mí, en comparación con el Montija o el Astur (inolvidable olor a ozonopino).

    ¿Animales? ¡Todos! Los burros con el botijo, el afilador, el chatarrero, los colchoneros que venían a varear la lana en el solar de Alenza con Cristóbal Bordiú...

    Heredé de mis padres el piso de María de Guzmán donde nací y me crié. Aún tiene la cocina de carbón. Y me resisto a venderlo. No me imagino la vida sin aquella inmensa terraza desde la que veíamos la sierra, aunque apenas vaya al piso alguna vez para coger o dejar algún libro.

    Seguiré buscando lo de la Revoltosa. En la hemeroteca digital del ABC hay mucho material, pero la búsqueda por Ponzano y La Revoltosa da centenares de páginas.

    Una abrazo, y gracias por esta amable compañía de recuerdos.

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