domingo, 23 de octubre de 2011

Me duele el riñón de una soprano







Pa  nuestra  Silvestre,  adolorida
Siempre me he preguntado:  cuando la Santa Madre Iglesia canoniza a un santo o mártir, ¿son todas sus piezas igualmente santas? ¿Es santa la vesícula biliar? ¿Es santo, y por tanto, venerable, el escroto? ¿Son santos los úteros? ¿Y los pechos, los ombligos, la lengua?
Dicho de otra manera: ¿Pueden ser más santas unas más partes que otras? Tal vez no todas las partes de un individuo contribuyan de igual modo a la magna obra de la santidad.
Esa es creo, la diferencia entre la santidad y el amor. Nunca he visto ninguna reliquia que sea un frenillo, o un ovario. No todo lo santo tiene, al parecer, el mismo estatus. 
Creo que con lo amado sucede al contrario. A mí, por ejemplo, me duele hoy el riñón de una soprano. Me tomo sus calmantes, me remuevo, inquieto, en la cama. Y el caso es que lo prefiero así.  Si te duele un riñón ajeno es porque es, también, es un poco tuyo.
Besas sus uréteres de usted.
Un loro más falso que Rajoy

1 comentario:

  1. Voy a comentarme a mi mismo, porque de da cosa dejar un texto tan dulce así de desamparado.

    A ver qué digo. Ya está:

    Gracias, y buenas noches.

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