Hay quien tiene la cabeza a pájaros. Yo, muchos días, la tengo a barcos. Me sucede con frecuencia, tal vez por los años que estuve entre los buques.
¿Creeréis que lo que más me conmueve de la mar es el sonido de los buques abarloados en el muelle? ¿No os parece que ese rozarse de los barcos en el puerto es como la voz de los viajeros ignorados; la voz de gentes que, como nosotros, cruzaron la mar sin dejar huella?
(Ese rumor de los cascos rozándose en el puerto quiero yo para mi último viaje).
Algunas noches, pienso que los hombres, como los buques, se abarloan con otros hombres, para protegerse de las tempestades. Rozamos nuestros costados, nuestros cartas, nuestra memoria. Nos emparentamos en singladuras que son, a veces, el libro que estamos leyendo, o el relato de un taller, o los mensajes en un blog. Así es como hablamos sobre la oscura profundidad del agua bajo la quilla. Así escuchamos, supongo, el gemir de la madera que nos mantiene a flote.
Buenas noches a todos. Que ustedes descansen bien, al abrigo de tantas lluvias y tormentas como traerá el tiempo que se avecina.
El Loro (falso) de Falubert
No sé si te das cuenta de cómo nos afectan las cosas que escribes.
ResponderEliminarTienes razón. He escuchado ese sonido en los puertos. Pero aquello que sentía lo acabo de comprender ahora al leer lo que ha escrito.
Gracias, Loro. Que sepas que te leo y que te quiero.
G.L.
Comienzo el día con la dulce extrañeza o la extraña dulzura que contiene tu texto. Vuelvo a un lugar donde se cubre a los amigos con una manta y se evita el frío. Para protegerse, basta un ruído, cercano, que encubra la tempestad. ¡Feliz semana!
ResponderEliminarHe escuchado los barcos mientras leía tu texto, qué música sugerente.
ResponderEliminarSupongo que lo G.L signifycará Gracias Loro, y que no corresponderán a ciertas iniciales de dulcísimo recuerdo.
ResponderEliminarTiene razón Wolf. Estos textos se escriben, con más borrachera que pericia, para y por esa gente que se abarloa con nosotros, o que se deja abarloar. Para la gente que no se avergüenza de parecer tan vulnerables como en verdad somos y que sabe cuánta ternura hay en el barco del otro.
Debo rectificar:
ResponderEliminarDonde dice "cuánta ternura hay en el barco del otro", debiera decir: "cuánta ternura puede haber en el barco del otro". (Vale)