martes, 1 de noviembre de 2011

Si el licor está frío, se erizan los pezones

Vendrá por la tarde porque nuestro barco zarpa al anochecer. Y, para su cuerpo, que tantas veces nos supo a tierra y a viñedo, hemos llenado el camarote con ciudades y mareas.

A media noche, llueve sobre el Adriático, y sentimos el paso de otros veleros que, como nosotros, navegan sobre esqueletos de trirremes y ánforas de vino.

Es la hora de la grapa: si el licor está frío, se erizan los pezones; si está tibio se engolfa la piel en su dulzura. Ahora, ¡nada es de nadie!, el mar es una sola piel ceñida por todas sus orillas.

Desde lo más profundo, rompe un mar de espumas en la boca, y nos salvamos todos en la urgencia, en la libertad, dulce y furiosa, de estos cuerpos enteramente regalados.
El Loro (falso) de Flaubert

2 comentarios:

  1. Hay mucho mar en este poema en prosa cuyo fondo desconozco, ignoro si se producen en él mareas de agua o mareos de vino. Pero el viaje, en todo caso, parece hermoso.

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  2. En mi opinión, no toda ebriedad es causada por el vino, aunque alguna gente pueda temer al vino si duda de quien vive al fondo de si misma. Cada corazón es una ciudad muy grande para recorrerla entera.
    Si hablo por mi, la mirada, o las manos siempre me han embriagado más que cualquier vino. Por eso me gusta viajar en los cuerpos que no tienen dueño ni cerradura. Pero ya digo que hablo sólo de mí. Y, ni aún de eso estoy seguro.

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